La «estación lunar internacional» de China y Rusia

China y Rusia han firmado un acuerdo para colaborar en la exploración de la Luna. A diferencia de otros compromisos bilaterales recientes, parece que esta vez estamos ante un pacto más sólido y de mayor recorrido que las anteriores iniciativas, que no pasaron de la mera declaración de intenciones. Entonces, ¿veremos dentro de poco bases lunares con chinos y rusos caminando por la Luna? No tan rápido. El acuerdo firmado entre Dmitri Rogozin y Zhang Kejian es en principio para misiones no tripuladas. En concreto, se trata de la creación de una Estación Científica Lunar Internacional, MNLS según sus siglas en ruso (Международная Научная Лунная Станция) o Guójì Yuèqiú Kēyán Zhàn (国际月球科研站) en mandarín. MNLS será un «complejo experimental de investigación» no tripulado que estará en órbita lunar y/o en la superficie de nuestro satélite y que servirá para allanar el terreno a futuras misiones tripuladas.

Modelo de pruebas dinámicas de la sonda lunar rusa Luna 25, que debe despegar este año (Roscosmos)

Vale, muy bien. ¿Pero en qué se concreta todo esto? No han trascendido detalles técnicos, pero todo indica que MNLS será más bien un marco de cooperación en el que las agencias espaciales de los dos países intentarán encajar sus respectivas misiones espaciales a la Luna. En este sentido, el acuerdo es bastante asimétrico en tanto en cuanto China tiene un programa de exploración lunar muy activo y ambicioso, mientras que Rusia lleva más de una década intentando lanzar sondas a la Luna, pero hasta ahora no ha logrado enviar ninguna. No en vano, el gigante asiático tiene en estos momentos la sonda Chang’e 4 y su rover Yutu 2 trabajando en la cara oculta de la Luna y hace pocos meses la sonda Chang’e 5 trajo 1,7 kilogramos de rocas y regolito de la superficie lunar, la primera misión de retorno de muestras lunares en 44 años.

Orbitador Luna-Resurs-1 (Luna 26) ruso (Roscosmos)

La superficie de la cara oculta de la Luna vista por el rover Yutu 2 de la sonda Chang’e 4 (CNSA/CLEP)

Los únicos datos concretos del acuerdo son que China colaborará en la misión Luna-Resurs-1 y Rusia hará lo propio en la sonda china Chang’e 7 a la superficie lunar. La naturaleza de esta colaboración no está clara, pero es de suponer que cada país podría aportar nuevos instrumentos científicos y apoyo de estaciones de seguimiento terrestre, por ejemplo. Luna-Resurs-1, también conocida como Luna 26, debe despegar en 2024 y se trata de un orbitador, mientras que la misión Chang’e 7, que despegará en 2023, es una compleja sonda para explorar el polo sur lunar que incluye un aterrizador, un rover, un orbitador, un «saltador» y un pequeño satélite retransmisor. Dmitri Rogozin, jefe de Roscosmos, también ha anunciado que Zhang Kejian, director de la agencia espacial china (CNSA), tiene previsto visitar Rusia este año para ver el lanzamiento de la sonda Luna 25, la primera misión de Rusia a la Luna en este siglo. Por otro lado, no olvidemos que Rusia ya colabora con el programa lunar chino suministrando los generadores de radioisótopos (RTG) de plutonio-238 que han empleado las Chang’e 3 y 4. China tiene la intención de crear una base no tripulada a partir de sondas como la Chang’e 7 y es muy posible que la MNLS termine por integrarse con este proyecto.

Elementos de la sonda Chang’e 7 (CNES/https://www.weibo.com/5616492130)

Sondas lunares rusas (NPO Lávochkin)

¿Y qué hay del programa tripulado? China quiere poner en servicio su «Cohete 921» a partir de 2025 para realizar misiones a la órbita lunar con su nave de nueva generación, que el año pasado llevó a cabo su primer vuelo no tripulado en órbita terrestre. Con esta nave y este cohete, China piensa colocar en órbita lunar una estación tripulada, la «Gateway china», que serviría de plataforma para misiones tripuladas a la superficie. Es decir, una arquitectura similar a la del programa Artemisa de la NASA. Rusia tiene un plan parecido, aunque recientemente ha sido revisado y la nave Oryol ha sido sustituida por una versión más pequeña apodada Orlyonok. Roscosmos también ha jugado con la idea de lanzar una Gateway propia, pero, al menos inicialmente, apuesta por colaborar en la Gateway de la NASA o realizar misiones de retorno de muestras con la serie de sondas Korvet a partir de 2030. Todavía es pronto para saber si esta cooperación significa la ruptura definitiva de Roscosmos con la NASA y el fin de la participación en la estación Gateway (Rusia tenía que suministrar la esclusa de esta estación lunar). Precisamente, en 2030 China planea introducir el cohete gigante Larga Marcha CZ-9, que permitirá abordar misiones tripuladas más ambiciosas a la superficie lunar, siempre y cuando este programa sea aprobado formalmente.

El plan de alunizaje chino usando el Cohete 921, la nave de nueva generación y el módulo lunar de pequeño tamaño (http://www.spaceflightfans.cn/)

Elementos del programa lunar tripulado chino: el Cohete 921, la nave de nueva generación, el módulo lunar, la estación lunar y un rover presurizado (estos dos últimos para una fase posterior) (http://www.spaceflightfans.cn/)

Maqueta del nuevo lanzador tripulado chino, Cohete 921, (izquierda) junto al Larga Marcha CZ-9 (derecha) (Weibo)

Sonda Korvet rusa para retorno de muestras de la Luna (Roscosmos)

La fusión de los dos programas tripulados es harto compleja dada la disparidad de recursos y objetivos. China tiene medios —una nave de nueva generación ya probada y proyectos de cohetes pesados en marcha—, así como dinero y un plan muy claro para viajar a la Luna, mientras que Rusia no tiene ninguna de las tres cosas. De todas formas, todavía hay margen para la cooperación en el programa no tripulado, sobre todo si China encuentra una manera de complementar el programa de sondas espaciales rusas con el suyo.

Firma del acuerdo entre Rusia y China (CNSA/Roscosmos)

La sonda Chang’e 4 en la cara oculta vista desde el rover Yutu 2 (CNSA/CLEP)

Recreación de astronautas chinos en la Luna (CMSE)

Fuente: El blog de Daniel Marín

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