Evergrande: No, China no se enfrenta a un "momento Lehman Brothers"
Nota de la Asociación: este artículo es del pasado mes de Septiembre, pero por su gran interés y como el tema de Evergrande sigue de actualidad hemos considerado oportuno traducirlo y publicarlo.
Por Tom Fowdy
Uno de los promotores inmobiliarios más grandes de China está al borde del colapso – y los medios occidentales creen que parece el comienzo del colapso financiero mundial de 2008. Tranquilos, este no es el caso.
El grupo Evergrande, el segundo promotor inmobiliario de China, aparentemente está al borde de la bancarrota. Es una de las empresas más grandes del mundo y está incluida en el ranking Fortune 500. Sin embargo, está bajo el peso de más de 300 mil millones de dólares en deuda y lucha por pagarlas, lo cual provoca su caída hacia un riesgo de suspensión de pagos y caer en la insolvencia.
Sus acciones se están derrumbando y, como era de esperar, su destino está causando conmociones en los mercados de todo el mundo, algo que los principales medios de comunicación han difundido, ya que les suele gustar las historias alarmistas sobre China, especialmente sobre su economía.
Como resultado, un tsunami de artículos ha calificado la situación de China como el “momento Lehman Brothers”, en referencia al colapso de la notoria compañía financiera estadounidense del mismo nombre en el año 2008, suceso que desató una crisis financiera mundial. Hoy, inevitablemente, los comentaristas predicen lo mismo, señalando que la desaparición de Evergrande no solo podría sacudir la economía china, sino que repercutiría mucho más allá. Varias de las principales instituciones financieras occidentales han comprado acciones de la empresa y se verían afectadas si no pudiera cumplir con sus obligaciones hacia ellas en las próximas semanas. Muchos especulan que el gobierno chino podría rescatar a Evergrande.
Pero seamos claros: Evergrande no es una réplica de Lehman Brothers. Una de las razones por las que existe tal circo en torno a este asunto no solo está relacionado con temores legítimos sobre el destino de esta empresa, sino también con el hecho de que en el discurso mediático occidental sobre China hay un culto a la histeria y una verdadera sed de negatividad. Nada puede gustar más a los medios occidentales que recoger todo lo que sea malo, de cerca o de lejos, en este país, para interpretarlo como presagios del apocalipsis.
Al hacerlo, a menudo alerta de que viene el lobo y se equivoca sistemáticamente. Es un ciclo de noticias impulsada por un estado mental que consiste en esperar lo peor, alimentado por una extraña mezcla de ideología y prejuicios sobre Asia.
Cada evento en China da lugar a las predicciones lo más catastróficas posibles. Por ejemplo, China estaba enfrentada a un desastre nuclear inminente hace apenas unos meses. La epidemia inicial de Covid-19 fue presentada como el "momento Chernobyl" de China y una amenaza para su sistema político en 2020, al igual que las protestas de Hong Kong el año anterior. La presa de las Tres Gargantas todavía está, parece ser, "al borde del colapso". Y la lista es larga. Todos sabemos que un cierto autor, Gordon Chang, escribió un libro hace más de 20 años titulado "The Coming Collapse of China" ("El colapso inminente de China") y, en cierto modo, su tesis refleja este enfoque "catastrofista" de China, que parece provenir de una creencia arraigada según la cual el sistema político y económico del país colapsará inevitablemente, o más bien de una esperanza ferviente de que así sea.
Este entorno mediático crea un ruido de fondo e impide cualquier comprensión de lo que realmente está sucediendo en China, y este es el caso de Evergrande. La compañía puede estar de rodillas, pero hay una buena razón por la que Beijing, al menos hasta ahora, la abandone al borde del abismo. Esto se debe tanto a razones económicas como políticas – aquí no hay incompetencia ni negligencia.
En realidad, el gobierno de Xi Jinping ha adoptado una línea mucho más dura contra lo que se considera un crecimiento insostenible impulsado por la deuda. Odia a las empresas que se endeudan en exceso para cumplir con sus objetivos de crecimiento a corto plazo, pero que son insostenibles. Este tipo de gasto descontrolado fue el núcleo de la tesis de Gordon Chang en 2000, a saber, la creencia de que la insostenibilidad financiera conduciría al colapso del sistema.
Pero China en realidad se ha alejado de él, y bajo Xi el enfoque se ha centrado en en el control de la oferta, la limitación de los préstamos excesivos y la producción de un crecimiento económico más débil, pero más orgánico y sostenible. Cuando la crisis de Covid golpeó la economía china el año pasado, China evitó cuidadosamente los mega-paquetes de estímulo a los que recurrieron Estados Unidos y Reino Unido.
Esta estrategia económica es una de las razones por las que, bajo el gobierno de Xi, el crecimiento anual de China se ha reducido de alrededor del 10% al 6%, precisamente porque es peligroso ir demasiado rápido, demasiado lejos. Parte de esta estrategia consiste en enviar una advertencia a las empresas: si construís vuestro negocio de manera insostenible y entráis en quiebra, "no os salvaremos y os dejaremos entrar en quiebra". Por eso ha aumentado el número de empresas en quiebra en China. Se trata de obligar a las empresas a ser más eficaces, y así crear una economía más productiva y mejor estructurada.
Pero la pregunta sigue siendo: ¿Evergrande se hundirá y provocará una crisis financiera? Una vez más, no, o al menos no de la forma esperada. Por ahora, el gobierno chino está dejando atrás a Evergrande para enviar una advertencia política a otros: ninguna empresa es demasiado grande para quebrar y una intervención política no está garantizada.
Según otra teoría, está dispuesto a dejar que Evergrande se hunda porque no quiere que el mercado inmobiliario del país se sobrecaliente y que los precios de las propiedades y los activos se alejen de la asequibilidad ; una posible burbuja inmobiliaria es otro escollo potencial para el crecimiento de China. Así, por una multitud de razones muy pensadas, Beijing se niega a intervenir, porque están en juego importantes consecuencias económicas.
Esto no significa que el gobierno chino no hará nada. Su sistema financiero no funciona como el de Occidente. Todos sus grandes bancos pertenecen al Estado. El gobierno puede imponer sus propios controles y reglas como mejor le parezca y simplemente "desafiar la gravedad económica" – esta es precisamente la razón por la que las tesis sobre su colapso han sido tan a menudo erróneas.
El gobierno puede dejar que la empresa muera por sí misma, pero intervenir para pagar a sus acreedores e inversores, ya que China no quiere en ningún caso ser responsable de una crisis financiera o un colapso mundial, especialmente en esta era en la que Beijing es un chivo expiatorio considerado responsable de todas las desgracias del mundo. Hay muchas soluciones a esta crisis, pero aparentemente China ha tomado la decisión política de no mantener el status quo: las empresas que se alimentan de deuda no pueden continuar sin una reforma seria.
En este caso, los medios de comunicación mainstream están haciendo lo de siempre, mostrándose pesimistas con respecto a China. Nada es más apreciado, esperado o anticipado que una crisis que alimente su deseo ideológico de cambiar el statu quo político en China.
Evergrande no es más que el último objetivo de esta histeria inapropiada. Más allá de los titulares, China quiere poner fin a una trayectoria de crecimiento económico impulsada únicamente por la deuda, y eso es lo que está haciendo. Incluso si, milagrosamente, Evergrande sale de este lío, Xi Jinping le habrá dado una buena lección. Es de su interés político dejar que la empresa sufra, en nombre del crecimiento sostenible de China.
Fuente original: RT bajo el título MSM loves to blow up any tiny problem in China into an existential crisis. No, the country’s not facing a ‘Lehman Brothers moment’
Nota de traducción:
[Actualización] Según la página web económica Zerohedge, “Beijing podría haber encontrado una solución brillante al problema de Evergrande, que salvaría a la empresa y evitaría una crisis sistémica: pagará a los tenedores de bonos locales y nacionalizará/salvará Evergrande discretamente."
La deuda de Evergrande con inversores extranjeros será objeto de acciones futuras. De todos modos, según algunos observadores, debido a la aversión al riesgo de los mercados, el crash de Evergrande podría redirigir el flujo de inversiones en China hacia la innovación, en lugar de dejar que alimenten la economía de casino especulativo. No cabe duda de que ése es el objetivo del gobierno de Xi.
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