Excelente hilo de Javier García sobre China

Nota de la Asociación: felicitamos a Javier García (@javihagen) por este hilo de Twitter sobre China, que explica a las mil maravillas y con objetividad la realidad del gigante asiático y por qué deberíamos admirar a ese país.


Vamos a hablarles un poco del gobierno de China, ese que los medios nos pintan a diario como oscuro y despótico pero que curiosamente tiene el apoyo del 91% de su población, según las propias encuestas occidentales. ¿Cómo es posible que ambas cosas sucedan al mismo tiempo? 

Mientras los ingresos del 50% menos favorecido de EEUU se han estancado e incluso reducido en los últimos 30 años, los del 50% inferior de China se han multiplicado por 31, algo inédito en la larga historia de unas gentes que han luchado muy duro por sobrevivir durante milenios.

EEUU no está compitiendo con un anacrónico partido comunista sino con una de las más antiguas civilizaciones del planeta. Los dirigentes chinos no persiguen promover el comunismo sino revivir su civilización y devolverle la grandeza que tenía antes de que Occidente la humillase.

Frente a la plutocracia estadounidense, gobernada cada vez más por los intereses de las grandes corporaciones, la meritocracia china consigue que las mejores mentes dirijan los destinos del país. Sorprende por ello que muchos se dediquen a darles lecciones de lo que deben hacer.

Una de las diferencias históricas clave entre el estado occidental y el chino es que en el primero la burguesía mercantil se fue incorporando a la gobernanza mientras que en la China dinástica imperial nunca fue así y sigue sin serlo ahora. Los ricos no son los que mandan.

China no está regida por seniles burócratas o "aparatchiks" como podía estarlo en su día la URSS. Elige a sus mentes más brillantes para los niveles más altos. Y ofrece a sus ciudadanos, en términos de mejora de su nivel de vida, la mejor gobernanza que han tenido nunca.

Los chinos, por sus valores confucianos, aprecian más la armonía y el bienestar social que las libertades individuales. Y las comparan con su pasado. Hace 40 años no podían elegir dónde vivir, trabajar, estudiar, qué comer o vestirse. Hoy tienen cientos de opciones donde escoger.

Hace 40 años tampoco podían viajar. Ahora más de 100 millones de chinos viajan cada año como turistas al exterior. Y todos regresan libremente a su país cada año. Si China fuese la terrible y opresiva dictadura que les presentan ¿Creen que volverían?

La URSS no permitía a sus ciudadanos salir del país por miedo a que no volvieran o que lo hiciesen con ideas que amenazasen el sistema. También restringía los turistas extranjeros que viajaban al país, que en 1988 fueron 6 millones. Más de 143 millones visitaron China en 2018.

Los turistas que llegan a China no se encuentran un estado policial, sino más bien todo lo contrario. Uno casi no ve policías en la calle y los pocos que hay no llevan armas. Los índices de robo y criminalidad son bajísimos. Se respeta voluntariamente la convivencia en sociedad.

Cualquier hombre o mujer puede caminar solo sin ningún peligro por las calles más apartadas de cualquier ciudad a altas horas de la madrugada. La posibilidad de acabar en prisión en EEUU (0,655% de población encarcelada) es cinco veces mayor que en China (0,118%).

Los chinos -por tradición y por vivir en un país tan enorme, diverso y poblado- dan una importancia fundamental al orden social. De otro modo, sería imposible vivir tan cerca unos de otros. La armonía y la prevalencia del bien común sobre el individual forman parte de su ADN.

En contraste con otras rígidas burocracias, la administración china se ha flexibilizado, se ha vuelto receptiva a las demandas ciudadanas y rinde cuentas. Cientos de funcionarios son destituidos cada semana por no cumplir adecuadamente su trabajo.

La mayoría de sus dirigentes, incluidos los educados en Occidente, están imbuidos de las ideas de los grandes pensadores chinos. Huyen de las rigideces y son fundamentalmente pragmáticos, como las empresas y la sociedad: lo que no sirve se desecha, lo que funciona se adopta.

China es el país más antiguo de existencia ininterrumpida en el mundo, al menos desde hace 2.200 años o incluso antes. No se considera a sí mismo un estado-nación sino una civilización. Su pasado tiene una importancia fundamental para ellos y es clave para comprender su presente.

La continua obsesión de juzgar a China bajo los parámetros occidentales solo desvela una mentalidad subyacente que, lejos de ser cosmopolita como cabría esperar, resulta volverse extremadamente provinciana, al pretender que sus valores son los únicos universalmente válidos.

Esa mentalidad provinciana se pierde reconocer la originalidad de China y entender cómo su diferencia puede enriquecer el mundo en que vivimos. Y solo servirá para aumentar la vulnerabilidad de Occidente, debilitar su capacidad para aprender y acometer los cambios necesarios.

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