La OTAN debe rendir cuentas por sus crímenes de guerra

Por Kurus
05-08-2022
Un episodio de BBC Panorama reveló el 12 de julio que, de acuerdo a una investigación de
4 años y a informes militares obtenidos recientemente, los operativos del Servicio Aéreo Especial Británico (SAS, por sus siglas en inglés) asesinaron repetidamente a detenidos y personas desarmadas en Afganistán bajo circunstancias sospechosas. Un ejemplo espantoso es el de una unidad que aparentemente mató ilegalmente a 54 personas en una campaña de 6 meses. Los individuos desplegados junto al SAS informaron a la BBC que vieron a los soldados colocar deliberadamente rifles de asalto AK-47 en la escena para justificar el asesinato de personas desarmadas y que incluso algunos escuadrones
“competían entre ellos por el mayor número de muertes”.
Tristemente, para aquellos que han estado siguiendo la situación en Afganistán, los atroces crímenes de guerra expuestos en ese episodio no son ninguna novedad.
Una serie de investigaciones más recientes realizadas por medios de comunicación británicos reveló que en el primer cuarto del año 2011, una unidad del SAS ejecutó brutalmente a 33 civiles afganos en la llamada “búsqueda de los talibanes”. El gobierno británico sostuvo en ese momento que los soldados actuaron en defensa propia, pero se demostró que tan solo unas horas después de que las tropas regresaran a la base luego de una de las redadas, otros soldados británicos describieron lo que había pasado como la “última masacre” al intercambiar correos electrónicos. En 2012, cuando las fuerzas especiales británicas irrumpieron en el pueblo de Loy Bagh en la provincia de Helmand, un soldado disparó a matar a cuatro jóvenes (de entre 12 y 20 años) sospechosos de ser “comandantes talibanes”, dejando la habitación con “huesos y dientes por todas partes”, que luego resultaron ser civiles inocentes.
El ejército británico no está solo en dichos asesinatos monstruosos de civiles. Similares ejemplos abundan en los registros de las Fuerzas de Operaciones Especiales de la OTAN en Afganistán.
En 2010, varios soldados estadounidenses conformaron el infame “Equipo Asesino”, dedicándose a cazar civiles afganos aleatoriamente solo por diversión e incluso llegaron a portar las partes del cuerpo de sus víctimas como trofeos. En 2012, el notorio asesino Robert Bales, uno de los miembros del equipo, mató a 16 civiles afganos en un poblado cercano a una base militar estadounidense, entre los cuales la mayoría eran mujeres y niños. En 2020, el Fiscal de la Corte Penal Internacional reveló con evidencia creíble que los prisioneros afganos fueron torturados, abusados o violados durante los interrogatorios de los militares y agencias de inteligencia estadounidenses.
En ese mismo año, un informe de investigación militar del Inspector General de las Fuerzas de Defensa de Australia encontró “información creíble” de potenciales crímenes de guerra cometidos por tropas australianas, que ejecutaron extrajudicialmente a 39 prisioneros y civiles afganos entre 2005 y 2016. En algunos horrorosos escenarios, los soldados australianos fueron captados degollando a niños inocentes y bebiendo cerveza de la pierna prostética de un soldado talibán muerto.
Estos no son casos aislados. Las atrocidades de los aliados de la OTAN han sido persistentes, sistemáticas y prevalentes. En las últimas dos décadas, las operaciones de la OTAN en Afganistán lideradas por Estados Unidos han dejado más de 30.000 civiles muertos y más de 60.000 heridos, y desplazaron a 11 millones de personas como refugiados. Y no ha sido solo en Afganistán. Irak, Siria… Tragedias similares han ocurrido una y otra vez.
Peor aún, muchos de los responsables siguen prófugos e incluso disfrutando cómodamente de la impunidad bajo el paraguas de sus gobiernos. Como reportó la BBC, cuando la Policía Militar Real (RMP, por sus siglas en inglés) inició una investigación de asesinato en una de las redadas del SAS en 2013, el General Carleton-Smith, en ese entonces jefe de las fuerzas especiales británicas, ocultó todas las preocupaciones sobre los homicidios ilegítimos, aunque los correos electrónicos internos mostraron que los oficiales en los niveles más altos de las fuerzas especiales eran plenamente conscientes de tales preocupaciones.
Además, el proyecto de ley de Operaciones en el Extranjero aprobado por el Parlamento británico en 2021 estipula que se debe considerar el "contexto único de las operaciones en el extranjero" al decidir si procesar a los soldados británicos por sus presuntos delitos. El proyecto de ley también impide que se presenten demandas civiles después de seis años si se relacionan con operaciones en el extranjero. El movimiento legislativo esencialmente pone a los militares por encima de la ley. La lógica detrás del pensamiento de que “los crímenes de guerra ocurridos hace seis años ya no son punibles” no puede ser más absurda.
Se supone que las fuerzas militares deben proteger a los vulnerables. Pero la OTAN, la alianza militar más fuerte del mundo, se ha ganado una reputación de brutalidad. Ellos llegaron en nombre de la libertad y la democracia, y en nombre de proteger al pueblo infligieron daño. Aquellos que más abiertamente defienden los derechos humanos han cometido algunos de los crímenes más horribles contra la humanidad.
La acción está muy atrasada. Los inocentes claman por justicia. Es hora de poner a los perpetradores en el banquillo y hacerlos responsables.
Fuente: Global Times

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